domingo, 30 de diciembre de 2007

Ecología y ley del mínimo esfuerzo.



Salgo a comprar el pan y veo a un chaval joven que sale de una de esas lonjas, que tan de moda están ahora para que los jóvenes tengan dónde pasar el rato, y veo que arroja una bolsa llena de botellas de cristal en el contenedor de la basura orgánica. Las botellas son casi todas de licor con alcohol, lo cual no me preocupa ni mucho ni poco. Allá ellos. Lo que sí me jode bastante es que a pocos metros de su cubículo existe otro contenedor para depositar el vidrio y reciclarlo, y a esta gente, joven y correosa se le supone, no le sale de las pelotas desplazarse tres minutos hasta el recipiente adecuado a dejar las botellas vacías para su posterior reciclado.

No son sólo los jóvenes. También los hay algo más mayores, sin llegar a ancianos, que son incapaces de dejar cada cosa en su sitio, y así se ve a gente, relativamente joven, dejar papeles en el contenedor de la basura orgánica o del reciclaje de envases plásticos, sin siquiera parpadear. No les pilla bien el contenedor del papel o del plástico y dejan allí donde les place cada cosa que sacan de su casa. Lo curioso es que a veces se ve a gente con bolsas diferenciadas de uno u otro material, pero luego las arrojan indiscriminadamente a uno u otro contenedor sin mirar en cuál deben depositar cada material. Curiosa forma de reciclar. Primero selecciono la basura y la empaqueto por tipos de material, y luego la arrojo donde me viene en gana.

Estas actitudes están claramente provocadas por la indiferencia de cierta parte de la ciudadanía hacia el bien colectivo y común, es decir, pasan de todo, y ponen las más manidas y recalcitrantes excusas para no poner un pie más allá de donde sea estrictamente necesario, para echar la basura. “Es que aquí no han puesto para reciclar el vidrio”. “Es que enfrente de mi portal no han puesto para reciclar envases”. Otros te dicen que no lo hacen porque no les sale de las bolas y porque están contra todo lo que sea levantarse del sofá, y los hay que dicen que así dan trabajo a los de la limpieza. Lo que sea con tal de aplicar la ley del mínimo esfuerzo. Al algunos, ni aunque le pusieran enfrente de casa toda la colección de contenedores, los usaría adecuadamente, porque simplemente no le daría la real gana.

No hace muchos años la basura se dejaba en bolsas en la calle. Era antihigiénico, antiestético y antitodo. Por aquellos tiempos no se reciclaba nada de nada y todo iba a Artigas donde se comprimía y sepultaba bajo la tierra que se arrojaba encima. Ha costado unos cuantos años, pero al final se ha conseguido, por parte de las instituciones, aplicar ciertos criterios de reciclaje, que ciertamente no son los más deseados por una buena parte de la ciudadanía con inquietudes conservacionistas, pero que algo aporta al ahorro y al reciclaje. Se ha conseguido así disminuir los olores en las calles y favorecer el trabajo de los operarios de la limpieza, así como evitar que animales sueltos, como gatos perros y ratas, revuelvan y desparramen los contenidos de las bolsas. Se ha conseguido, en definitiva, mejorar sustancialmente la problemática de la deposición y recogida de la basura, cuando aún hay gente que pasa de todo y para la que parece que nada ha cambiado de unos años hasta ahora. Da la impresión de que les daría lo mismo dejarla en la acera, que en los contenedores. Nada va con ellos. Es más, durante algún tiempo, hubo gente que incluso habiendo contenedores, dejaba las bolsas en la acera, hasta que se dio cuenta de que estaba haciendo el ridículo.........y el cerdo, y con el tiempo las depósito en el contenedor que le correspondía a cada tipo de basura generada.

Esta gente que ahora no quiere colaborar también hace el ridículo, pero hacen bandera de ello. Son unos inadaptados que miran a otro lado cuando meten las bolsas en el contenedor inadecuado, a sabiendas de que están boicoteando una actitud social positiva, como lo es el reciclaje de las basuras. Son gente que ni siente ni padece ante la situación del Planeta, pero que seguro que si se les pregunta si son ecologistas y reciclan, seguro que contestan que sí, sin ningún remordimiento. Es más, si Bilbao ahora cuenta con 350. 000 habitantes y se hiciera una encuesta, seguro que salía que en Bilbao hay.................350.000 ecologistas. Aunque nos saliera la mierda por la orejas.



sábado, 22 de diciembre de 2007

El katilu de la Agenda 21.



Un conocido me regala un katilu con propaganda de la Agenda 21 que no sé lo que es. Le pregunto a este señor de dónde la ha sacado y de qué hace publicidad, pero sólo me dice que la han distribuido por las cestas de navidad que han repartido a los sufridos funcionarios del Ayto. de Bilbao, que es de donde le ha llegado a él. Del contenido de la cesta no quiere ni hablar, pues le han dicho que es cutre al 100%, aunque eso sí, todos se la llevan y nadie deja ni las migajas, o sea que una de dos, o no es tan mala, o el funcionariado municipal coge lo que le pongan delante aunque luego no lo utilice.

De la Agenda 21 no sabe darme razón porque la ha oído mencionar muchas veces pero lo único que ha visto es propaganda, pero nada más. Lo cierto es que si nos ponemos a pensar a todos nos pasa lo mismo porque acciones concretas, lo que se dice, no parece que se hagan mucho desde esta, no sabría cómo denominarla, ¿instancia?, ¿asociación?, ¿idea?, ¿intención?, ¿proyecto?, ¿promoción?. En fin, lo que sea.

Bueno, puestos así busco por Internet algo al respecto y me encuentro con la página oficial de la Agenda 21 de Bilbo, en la que a la pregunta qué es la agenda 21, responde el enlace correspondiente con una chapa tal que cuando acabas de leerla, te das cuenta de que no ha respondido a la pregunta, y por tanto sigo sin saber qué tipo de asociación, suponiendo que lo sea, proyecto, suponiendo que lo tenga, o vete tú a saber qué puede ser en concreto la Agenda 21 ésta. Llego al final a la conclusión de que es una especie de declaración de intenciones que no vincula a nada ni a nadie a la hora de llevar a cabo algunas de las cuestiones que se plantean en la web leída, pero nada más, salvo que parece que alguien se dedica a publicar folletos, y regalar objetos con el anagrama de la Agenda 21, y al parecer eso debe ser signo de sostenibilidad, que es uno de los argumentos que parece defiende esta idea, propuesta o lo que sea.

Pues en Bilbao lo tienen jodido eso de preconizar la sostenibilidad, porque cada día que pasa somos más gastones, y pasamos de muchas cosas que podrían ayudar a fomentar la sostenibilidad de esta ciudad, empezando por el ejemplo que deberían dar las propias instituciones, que no lo dan ni hartos de vino, y por la propia Agenda 21, porque puestos a ello miro una y otra vez el katilu regalado y no veo síntoma alguno de que sea un objeto hecho, por decirlo de alguna forma, con un mínimo de sostenibilidad. Lo cierto es que parece un objeto normal y corriente, tirando a malo, hecho por un proceso normal y corriente, es decir, que a quien lo ha fabricado da la impresión de que eso de la sostenibilidad se la ha traído al pairo. A lo mejor me equivoco y lo ha hecho un africano o un asiático con mucho cariño y empeño y con materiales naturales al 100%, pero a primera vista, me da la impresión de que de eso, nada de nada. Da la sensación de que lo han hecho en algún taller de Rekalde, Olaveaga o cualquier barrio bilbaíno de esos en los que apenas quedan ya un poco industria mal sobreviviendo.

Repaso otra vez la web de la Agenda 21 y en su apartado de actividades, que es el que me interesa a mi para saber a qué se dedica en concreto este ente o lo que sea, me dice que en breve informarán de nuevas citas. Joder, pues al final me voy a quedar con las ganas de conocer una sola iniciativa concreta que haya promovido esta famosa Agenda. Nada, que al final tendré que estar más atento a lo que dice la Agenda 21 cuando aparezca en la prensa, porque el resto de documentos de la web dicen lo mismo que la propia página, y no definen con precisión qué es en concreto esta famosa pero fantasmagórica ¿iniciativa, idea, proyecto........? Bueno, una cosa positiva sí que he podido sacar de todo esto, porque ahora el café de la mañana me lo tomo en el famoso katilu, cuya capacidad es la justa para mi gusto. El café no sabe ni mejor ni peor, y lo único que me fastidia es que cada vez que miro el anagrama, muy visible por cierto, me hago la misma pregunta ¿qué será esto de la Agenda 21?

jueves, 20 de diciembre de 2007

El otro timo de la estampita.

No es un timo en realidad sino una nueva forma de llamar la atención del consumidor para que asista a ciertas presentaciones que en el caso de Bilbao, suelen hacerse en uno de los hoteles de esta ahora turística ciudad. Hasta la fecha habían enviado comunicados, por decirlo de alguna manera, estándar, mientras que la nueva metodología es mucho más sofistica porque ataca directamente a la psique del individuo mediante tretas muy rebuscadas.

Ya no son citaciones en papel bonito, aunque siempre algo hortera, sino a través de los boletos de alguna agencia de paquetería y transporte, al que ahora llaman logística. Estos boletos son muy llamativos porque así los hacen, para llamar poderosamente la atención del que los recibe. La cosa no va a mayores cuando es cierto que se ha pedido algo y se está ansioso por recibirlo, puesto que para ello se usan estas agencias, pero los pseudo timadores de las convocatorias mencionadas, aprovechan estas artes propias de los transportistas, para llamar la atención sobre los regalos que supuestamente han de recoger los agraciados que reciben el luminoso boleto.

Aprovechan cualquier resquicio para timarnos, apoderándose incluso del trabajo de otros, porque al fin y al cabo, las agencias de distribución diseñan estos boletos con otros fines bien concretos, como es llamar la atención del que recibe un paquete u objeto solicitado voluntariamente a través de su empresa. De esa labor se aprovechan estos otros elementos cuyo objetivo final es que algún cuitado caiga e sus redes y acuda a alguna de estas reuniones donde le intentarán venderán algún apartamento en la costa mediterránea, aunque no le haga ninguna falta. Pero en el caso que nos ocupa parece que la propia empresa de logística ha colaborado porque la trasera del boleto está diseñada para crear confusión al convocado, toda vez que la letra es pequeña, muy clara y apenas visible contra el fondo blanco, de tal forma que es prácticamente imposible leerla sin ayuda, y es precisamente donde se detallan los requisitos para recoger el preciado regalo. Toda una lección de astucia de lo que habitualmente se denomina “leer la letra pequeña”. En este caso, además de pequeña prácticamente ilegible.

En Bilbao desde hace mucho tiempo se convocan estas reuniones, que no son sino métodos yanquis para atraer a los posibles compradores. Se nota que hay dinero en esta ciudad, pero es curioso porque saben a quién le envían estas citas, siendo siempre gente con cierto poder adquisitivo, y casi siempre que trabajan ambos miembros de la pareja a la que se convoca. Por curiosidad le pregunto a mi vecina de 75 años, con una hija en el paro, a ver si a ella le mandan estas citaciones, pero jamás se las han enviado. Muy hábiles sí señor, muy hábiles.

En cierta ocasión, a un conocido y su señora le convocaron para una de estas reuniones y no fue. Al cabo de varias semanas le enviaron otra nota diciéndole que habían observado su ausencia, como echándoselo en cara, y que tenía una nueva oportunidad en otra reunión próxima. O sea, que además pasan lista y si no vas, te echan la bronca. Joder, como se está poniendo la venta esta de los chalecitos en la costa mediterránea.

Hace algunos años, otro conocido, muy agarrado él por cierto, asistió a una de estas presentaciones aguantado estoicamente la chapa que le dieron, y además haciendo caso omiso de cuantas ofertas le hicieron. Cuando fue a recoger su regalo le dijeron que no había aceptado ninguna oferta y que por tanto no tenía derecho al regalo. El susodicho alegaba una y otra vez que en el papel ponía que se le haría el obsequio a quien asistiera a la reunión, sin especificar que hubiera que comprar algo, pero ni por esas lo consiguió, así que tal como llegó se fue, es decir, sin nada. De lo malo malo, tampoco se endeudó aceptando alguna oferta que luego no hubiera podido saldar o pagando por algo que no necesitaba.

Lo más curioso de todo esto es que esta actividad es supuestamente legal puesto que nadie le ha metido mano a este tipo de personas que de forma demostradamente agresiva, incitan una y otra vez a que se asista a sus verborreas mercantiles, que no buscan más que su propio enriquecimiento, sin importarles un pimiento si puedes o no asumir el gasto que te proponen, o si te hace falta o no su oferta.

Lo mejor que se puede hacer con estos bonitos volantes que nos envían es romperlo, (como aparece en la imagen de esta entrada) tal y como hacemos muchos cuando vemos la falsa oferta y los trucos barriobajeros en los que se apoya, pero hay que reconocer que si alguien cae en la tentación, estaría plenamente justificado porque el timo está muy bien hecho precisamente para eso, para caer en la trampa.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Termibús.

Dicen que Termibús es una estación de autobuses, y puede que sea cierto porque hasta allí llegan, y de allí parten los autobuses con destino y salida de Bilbao. Pero quitando eso, nada más parecido con la cruda realidad tiene que ver con lo que desde toda la vida se ha conocido como estación de autobuses, término menos futurista que el adoptado para la ahora turística ciudad, pero más adaptado a lo que debe ser este servicio, es decir, un lugar donde poder estar confortablemente durante su estancia en él, a la espera de proseguir o finiquitar viaje.

Al fracaso de la famosa carpa de podrida lona que tanto dinero costó, y tan poca utilidad se le dio, se le puede unir ahora todo ese puzzle de acero inoxidable, metacrilato y cristal esmerilado, mezclados con contenedores mal disimulados como tal, que son los que albergan las taquillas expendedoras de billetes. Toda esa amalgama mal mezclada, es lo que ahora se denomina estación de autobuses con denominación de origen, sólo porque la llaman Termibús, pero realmente sólo es el símbolo de un fracaso total a la espera de saber dónde irá ubicada la famosa e inexistente estación intermodal, esa que unirá en un sólo espacio, todos los medios de transporte que llegan y parten de Bilbao, con los propios que circulan por la ciudad.

El fracaso es doble: no se sabe para qué siglo se podrá contar con la intermodal, y en consecuencia tampoco se sabe cuándo dejará de ser provisional la de autobuses, que al paso que va quedará de por vida donde ahora está ubicada. Han intentado disimular un poco esta precariedad con diseños futuristas pero nada prácticos por cierto, actitud esta que ya se está convirtiendo en una costumbre en esta ciudad. Primero lo bonito y luego lo útil. Ahora, eso sí, son punteros en algunas cuestiones, como en hacer estaciones, lugar donde por lo general se espera bastante, muy ventiladas, lo mismo en verano que en invierno. Por oreación que no quede, aunque el personal que tenga que esperar se quede congelado debido a las corrientes de aire circulantes por la inexistencia de paredes.

Las viejas estaciones no eran práctica por varios motivos. Porque no estaban en un lugar apropiado para la buena circulación de los enormes vehículos que entraban y salían de ella, o porque el humo de sus tubos de escape convertían la zona de espera en irrespirable, o por otros muchos motivos, pero lo cierto es que su configuración inicial estaba concebida y construida, o adaptada, para ser una estación de autobuses de las de toda la vida. Con sus taquillas alineadas en doble o simple hilera, exprofesamente construidas para ello, o con sus cafeterías abiertas la mayor parte del día para satisfacer a ese viajero tardío que quiere un café con leche en vaso y un bollo o croissant para calentar el estómago. Algunas de ellas compaginadas con una terminal de carga para otros vehículos, algo que ya era en cierto modo un precedente de intermodalidad o mejor dicho de polivalencia, aunque no fuese más que de viajeros y paquetería.

Todo eso no tienen nada que ver con lo actual. Las viejas paredes de las antiguas estaciones tenían tanta historia detrás que casi hablaban al viajero. Cuando alguien se sentaba a esperar viendo los antiquísimos anuncios que había en algunas de ellas, pensaba el transeúnte “qué tiempos aquellos” o “si estas paredes hablaran, cuánto podrían contar”. No parece lo mismo ahora, entre otras cosas, porque el menos en la de Bilbao, no hay paredes y por lo tanto no hay nada que contar. Como mucho el viajero de fuera se quedará asombrado si se entera de que aquí lo provisional se hace con acero inoxidable al igual que casi para todo lo que se construye en esta ciudad. Aunque luego haya que desmontarlo y venderlo a la chatarra. Pensará el guiri que si esto se hace así sólo temporalmente, cómo harán lo definitivo. ¿Chapado en oro?

Las viejas estaciones, con sus defectos y virtudes, eran eso, estaciones de tránsito viajero. Las de ahora son fachadas de imagen bonita pero inhumanas, frías y prácticas sólo en su ubicación, y nada más. El resto no tiene nada que ver con la eficiencia y el bienestar para el viajero, sino en que había un sitio que utilizar y se aprovechó en su momento para este fin, como podía haberlo sido para cualquier otro. Comenzó mal Termibús con la mencionada carpa de lona podrida, pero a pesar del cambio que se hizo en su día para solventar este problema, nada se ha mejorado excepto en que ahora la lona es metacrilato. El resto sigue estando tan mal como cuando se decidió convertir el campo de fútbol en una amalgama de acero, cristal y plástico barato, mezclado con jaulas para personas desde las que se expenden los billetes al sufrido viajero.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Las marquesinas.


Ahora que hace muy mal tiempo y hay mucha gente que usa el transporte urbano, tanto por obligación como por devoción, que de todo hay, conviene remarcar ciertas carencias, que sólo se notan en su justa medida cuando es necesario echar mano de algunas instalaciones cuya efectividad podría determinar si un ciudadano/a decide usar el bus o coger su vehículo para desplazarse por Bilbao o sus alrededores. Las marquesinas de las paradas de los buses urbanos, son un caso concreto de esto que se menciona. No hay más que estar bajo una de ellas un día de lluvia normal, sin mayores añadidos, para darse cuenta por qué mucha gente no está sentada en sus asientos o si lo está, es en un esquina. La mayor parte de ellas se mojan, por uno u otro motivo. En ocasiones, cuando la lluvia no arrecia pero es intensa, los desagües del techado no funcionan, o simplemente pierden agua por aquí o por allá, que acaba cayendo al asiento o cerca de él, de tal forma que lo salpica y lo moja por completo, o casi. Así, si vemos un asiento vacío y en una esquina una persona sentada con el resto del poyo vacío, casi seguro que esté mojado.

Cuando la lluvia arrecia, como es el caso de estos últimos días, lo único que se puede hacer es protegerse en la esquina de la pared que mantienen esa publicidad generosa con las arcas municipales, pero no tanto con el ciudadano al que debe proteger de la lluvia y el frío (la pared, no la publicidad). Bilbao es una ciudad famosa por dos cosas, una antigua y otra moderna: por el museo de hojalata y por el mal tiempo que hace. Eso lo debe saber todo el mundo menos los munícipes que década tras década, cuando toca cambiar buses y mobiliario urbano, caen siempre en los mismos errores. Autobuses inadecuados para ciertos sectores de la población, y marquesinas inhumanas para todos/as.

Algunas están ubicadas junto a jardines y setos que no cumplen más que funciones ornamentales, y sin embargo amargan la vida a las personas más débiles, léase mayores, niños y madres con niños, cuando deben bajar del moderno transporte y pelear con el seto o el jardín para no ir de morros al suelo o quedar atrapado entre el propio bus y el jardín de marras, el cual perfectamente podría ceder medio metro, e incluso más, para facilitar la bajada a los agobiados viajeros. Pero no, la marquesina allí a lo lejos marcando la parada oficial, y el seto y jardín justo donde para el bus porque no tiene más espacio para dejar al personal. Mucho autobús y poca parada. Parece un refrán o un dicho popular, pero no, es la cruda y diaria realidad de algunas paradas, por cierto, muy transitadas.

Contrasta enormemente la poca efectividad cuando se las necesita, frente al esmero con que las cuidan, quitando carteles y pintadas apenas se han producido, y sobre todo cambiando, con británica puntualidad, la publicidad de los huevos de oro. Eso sí que no falla. Destaca también la poca homogeneidad a la hora de poner los asientos correspondientes a cada marquesina, estando algunos de ellos ubicados a unos pocos centímetros del suelo (apenas 25 ó 30), aparentando estar más destinados para los niños que para las personas. Así pues, si una persona mayor utiliza uno de ellos podrá sentarse, pero lo que no está tan claro es si podrá levantarse de él cuando llegue el autobús.

Pero el que no se consuela es porque no quiere, ya que en muchos casos no hay marquesina. Allí, bajo ese estrecho y solitario balcón, se arrejuntan las personas que esperan al ansiado bus, protegiéndose unas contra otras bajo exiguos paraguas agitados por el inclemente viento que empuja las gotas de agua a las vestimentas empapadas. Las bolsas de la compra, los niños, los ancianos, todos se arremolinan en una amalgama social unida por la insoportable espera bajo la inexistente marquesina, soportando la inestable y cambiante climatología. Mientras tanto, un poco antes, a la vuelta de la esquina, los conductores charlan animadamente en el interior de uno de los vehículos ajenos a la incomodidad de sus próximos clientes. Pero ellos no tienen la culpa, porque la parada está estipulada en un lugar en el que no se pueden detener más que para coger a los viajeros, aunque veinte metros antes, a la vuelta de la esquina haya suficiente sitio para montar una parada de buses de generosas dimensiones. Otra vez, los técnicos y políticos municipales no ven, o no quieren ver, lo que necesita la gente, sino lo que a ellos les viene bien por propia comodidad, o por ignorancia, o por dejación, o porque no tienen que usarlas ellos mismos.

Por el tiempo transcurrido desde la última vez que se pusieron estas marquesinas, no faltará mucho para que las cambien, haga falta o no. Con los autobuses otro tanto de lo mismo; los hay que ya debería estar fuera de servicio desde hace años, como los que tienen escalones y barra central para acceder a su interior o salir de ellos. Pero lo más probable es que cuando este cambio se dé, se vuelva a incidir en los mismos errores que década tras década se vienen cometiendo con matemática precisión. Alguien viajará a este u otro país a cuenta de gorra para ver marquesinas y paradas varias, y acabarán eligiendo la más inadecuada para una ciudad como Bilbao, aunque eso sí, la publicidad se verá de bien lejos y más de uno/a se estará pringando, bajo la fina e inclemente lluvia el tipo que las eligió.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

La Pelota sí se lo debía.

La verdad es que esta entrada no tiene mucho que ver con problemas ciudadanos, que al fin y al cabo es de lo que se trata de comentar en este espacio, pero lo cierto es que quien suscribe quiere hacer un corto paréntesis en sus alegaciones y observaciones habituales para rendir un pequeño homenaje a Titín III, ya que siempre le ha admirado como pelotari, toda vez que como persona no le conoce y por tanto no puede emitir dictamen alguno.

Este aguerrido riojano ha ganado por fin el tan deseado campeonato del cuatro y medio después de años y años de lucha por conseguirlo. Han sido muchos meses de trabajo a lo largo de la última década, después de que dejó escapar el mismo título, con todo a su favor, ante Retegi II, otro genio de la pelota .........vasca, que no la del balompié, de la cual ya estamos hasta los “estos” de tanto oír hablar de ella, el 90% de las veces sin un mínima causa justificada si no es la de poner a parir a los que la practican profesionalmente por lo mal que lo hacen, motivo por el cual se me hace aún más incomprensible por qué los medios de comunicación les hacen tanto caso, si son tan inútiles. Es tal la adoración que les profesan que alguno no abrió página deportiva con la histórica victoria de Titín, sino con la de su equipo del alma en un partido sin mayor trascendencia, aunque eso sí, ganado por fin y para alegría de sus estoicos seguidores.

Bueno, dicho esto, que al final me voy por los Cerros de Úbeda en lugar de ir al grano, decía que Titín sí se merecía este campeonato a pesar de que él comentaba, apenas acabado el partido y con lágrimas en los ojos, que en todo caso era él quien le debía todo a la pelota mano. Yo creo que no es cierto. Y es bien sencillo de demostrar, porque Titín III es uno de los pelotaris, y si dijera el que más no me equivocaría ni un ápice, que mayor rendimiento le da a su presencia en la cancha. Apenas se ha lesionado en toda su carrera; ha jugado cientos de partidos, algunos de ellos dos días seguidos sin apenas bajar el rendimiento; pelea todas las pelotas, incluso cuando todos creen que ya no llega a ellas; practica un juego sencillo pero efectivo y sobre todo, espectacular...... En fin, que es normal que se le quiera contratar continuamente porque quien va a verle sabe que su entrada está amortizada con el trabajo de este deportista. No en vano, los promotores le quieren incluir en todos los festivales posibles, puesto que es garantía de dos cosas muy difíciles de combinar sin que alguna de ellas falle: deporte y espectáculo, combinadas además con garra, energía, interés extremo en jugar lo mejor posible hasta límites que rayan una posible lesión, etc. Es normal también que sus seguidores sean incondicionales, por los mismos motivos expuestos anteriormente, y que entre ellos haya gente de todas las provincias y autonomías en las que se siguen las evoluciones de este deporte. Me consta que hay muchos admiradores suyos en el País Vasco por ejemplo (Navarra incluida).

Titín, a tenor de las declaraciones que hace en ocasiones, parece un hombre religioso y hace mención muchas veces a Dios como el que le ha permitido ser lo que es, pero a mi me da la impresión, como poco creyente que soy, aunque siempre respetuoso con las creencias de los demás, que ha sido él mismo quien se ha forjado su propio destino como deportista de la pelota mano. Y si no, bien claros ejemplos hay alrededor suyo, cuando alguno que otro que venía como futura promesa, con seguidores incondicionales tras él, apoyándole día tras día, a veces sin merecérselo, ha dejado pasar esa gran oportunidad y se ha sumergido en oscuros pasillos ajenos a este deporte, hasta quedar automarginado por su propia conducta. Esta gente cerró la mano al golpear a la pelota y sonó la chapa sólo por sus propios méritos.

Otros sin embargo, la mayoría, han seguido la misma trayectoria deportiva que el riojano, pero con numerosas lesiones que han generado altibajos en sus carreras. Las manos, las rodillas, contracturas y toda una retahíla de lesiones y contusiones han generado dientes de sierra en estas carreras entrecortadas. En esos períodos Titín estaba ahí, cuidándose con esmero fuera de la cancha y arriesgando dentro de ella, con algún que otro chichón en ciertos partidos, que no fueron a más, por suerte para todos. Ha querido la mala suerte (o la buena, según se mire) que en esos tiempos aparecieran nuevos pelotaris que le han ido acotando sus posibilidades de ganar el cuatro y medio, a pesar de que ha luchado contra todos ellos. La última final que jugó contra Nagore también fue injusta, porque Titín había ganado con autoridad todos sus partidos de liguilla, incluido contra Nagore, para acabar perdiendo contra éste en la final. Injusto es el destino que le iba cerrando la puerta de su campeonato preferido y el tiempo pasaba inexorablemente sin acabar de poseer la preciada txapela.

Pero el mismo tiempo, por fin, ha puesto a cada uno en su sitio. Esta vez le ha ocurrido a Barriola lo mismo que a Titín contra Nagore. Ganar todo en los previos y perder la final. Así es el destino, con la diferencia de que Barriola ya sabía lo que era ganar este campeonato, y Titín no. Por todo ello, decía al comienzo y en el título de esta entrada, que Titín sí se merecía ganar este campeonato y que la Pelota, con mayúscula, sí se lo debía, piense lo que piense él mismo, y diga lo que diga, porque todo lo que tiene de temperamental en la cancha, lo tiene de educado fuera de ella, algo que no pueden decir otros. Esa final además tuvo otras connotaciones. Me gustó mucho la actitud de Barriola, a quien Titín no pudo saludar cuando acabó el partido porque rompió emocionado a llorar tendido en el suelo. No es para menos. Cualquiera con su trayectoria hubiera hecho lo mismo. Eso sí que era contagioso, y no los culebrones mierdosos en los que todo es ficción para enganchar a la gente ociosa e influenciable. Lo de Titín no era comedia, era la auténtica e incontenible emoción generada por años y años de trabajo y dedicación a este deporte, algo difícil de entender para otros deportes. Decía antes que Barriola me gustó porque esperó a que todos felicitaran a Titín y después acudió sonriente de verdad, me pareció a mi, y no con esa medio sonrisa falsa de los que no acaban de encajar la derrota, a saludar al riojano. Además durante la entrega de la txapela también se le vio a gusto, algo que siempre es de agradecer y que denota auténtica deportividad. Los seguidores de Barriola ya se pueden sentir orgullosos de él, ya, porque demostró una deportividad absoluta y total. Y Titín también debería de estar contento por haber jugado esta final contra él porque no todos saben estar a la altura, deportiva y humana cuando se pierde un campeonato de esta categoría.

En cierta ocasión conocí a un personaje que se dedicaba a la escalada, del que decían que cuando otros le veían trepar, creaba escuela porque enseguida se ponían a practicar ese deporte después de verle a él. Con Titín se puede decir lo mismo porque pocos juegan con su estilo y características de peloteo. Ha creado el estilo Titín. Algunos, como Irujo, y esto sólo es una impresión mía, son una mezcla de varios estilos de juego, entre ellos el de Titín, pero no son él. Les falta algo que no sabría describir con precisión qué es, pero les falta algo. Tampoco se trata de ser exactamente como él, pero creo que es un buen ejemplo a seguir porque crea escuela, afición y genera todos esos buenos sentimientos de que tanto carecen muchos otros deportes, más afamados y mejor pagados, pero en muchos factores socialmente inadaptados. Decía al principio que nada tenía que ver esta entrada con los problemas de Bilbao, pero si de una cosa carece esta ciudad es de un frontón acorde con la categoría que le corresponde. Tenemos el santuario del fútbol y seremos capaces de quitarlo y ponerlo cuantas veces haga falta aquí o allá, gastando lo que sea necesario, pero hemos sido incapaces hasta ahora, de construir un lugar adecuado para jugar partidos de pelota mano profesional, y sobre todo para crear una escuela auténtica con las instalaciones adecuadas para ello. En Bilbao somos así. Espero que el nuevo frontón de Mirivilla se acabe antes de que Titín deje de jugar, porque no estaría mal inaugurarlo con uno de esos emocionantes partidos que se han puesto de moda estos años atrás, entre los hermanos Olaizoa contra Mikel Goñi y Titín. Sería un comienzo para recordar, ganara quien ganara, porque eso sería lo de menos.

martes, 4 de diciembre de 2007

El barro inglés.

Dicen que ahora los dueños de esas mascotas que casi todo el mundo tiene, recogen las cagadas de sus animales mucho más de lo que se hacía antes. Es cierto. Yo me fijo mucho en esas cosas y hay bastante gente que lo hace. Pero también es verdad que ahora hay muchos más animales y más variedad de ellos que defecan en las aceras y jardines de Bilbao. Hace 25 ó 30 años había algunos perros en el conjunto de la sociedad que habitaba esta ciudad, pero no eran nada comparado con los que hay ahora. Hace 25 ó 30 años Bilbao era una ciudad bastante más sucia que la actual, y aunque nadie recogía la mierda de su perro, tampoco se notaba tanto como ahora, en una ciudad de aceras cada vez más amplias y recién embaldosadas. Algunas de estas aceras y paseos recién recuperados, son estrenados por las cagadas del perro cuyo dueño carece de calificación social ante tamaña actitud, más aún habiendo solares abandonados en los que podría hacer sus necesidades el chucho inocente, ignorante del descerebre de su dueño. Algunos jardines han tenido que ser acotados por los servicios municipales ante la cantidad de mierda que acumulaban y el olor que despedían. Pero ello no ha sido óbice para que sus dueños les dejen cagar, sin recoger la mierda, en plazuelas y callejas en las que juegan niños o por las que transitan gente mayor, los dos colectivos más indefensos ante esta plaga social.

Algunos quieren más a sus mascotas que a sí mismos, y son capaces de hacer sacrificios por ellas, antes que por cualquier otra cosa o persona. Así, se puede ver a primerísima hora de la madrugada pasearlas por las calles nocturnas, con un dueño detrás medio dormido, en zapatillas de casa y lloviendo, pese a lo cual parece que lo hace gustosamente, o a una emperifollada mujer paseando a su caniche como si lo estuviera mostrando por la mismísima Gran Vía a las cinco de la tarde. Como es de madrugada no llevan correa, como si a esa hora nadie fuese a trabajar o a cuidar el nieto de la hija que tiene que madrugar para ir al trabajo. Normalmente, a esas horas el barro inglés se queda ahí, tal cual, esperando a que un currela somnoliento lo pise por descuido.

Muchas veces se ha hablado de sancionar a esta gente, que no al perro el cual no tiene la culpa de nada, pero hasta ahora nada se ha hecho por llevar adelante esta iniciativa municipal, posiblemente porque sea poco popular. Pero es curioso que con mandatarios tan aguerridos para unas cosas, importantes también, por qué no decirlo, para otras no lo sean tanto. Recuerdo hace unos años que alguien paseaba a su mascota por el puente del ayuntamiento y durante varias noches dejó allí sendas y orondas cagadas que eran pisadas, tarde o temprano, por cualquiera de las numerosas personas que transitan por él desde las ocho de la mañana. Parecía una especie de protesta hacia el ayuntamiento pues por allí pasan a diario docenas de trabajadores municipales de uno a otro edificio, como es el caso de los bedeles, por ejemplo. Con el tiempo desaparecieron los residuos orgánicos perrunos, aunque no sé si fue porque le pillaron o porque dejó de hacer la marranada antes de que le cogieran. Lo cierto es que fue una guarrada monumental.

Los jardines también son el objetivo diario de los regalos caninos. Hace muchos años te podías sentar en cualquier trozo de tierra con hierba que lo único que te podías llevar a casa era alguna que otra garrapata, y poco más. Ahora no se puede ni caminar mirando atentamente al suelo, no ya por zonas ajardinadas sino sólo con hierba natural, porque hay que tener muy buenos reflejos para atravesar una zona sembrada de césped sin llegar a pisar una u otra pieza de artillería perruna allí depositada. Es materia orgánica, te dicen los dueños, y biodegradable, apuntalan. Bueno, pues se lo voy a dejar en el felpudo de su casa y cuando salgan que lo pisen allí mismo, a ver si es tan orgánico y tan degradable como dicen.

Luego dicen que los cuidan y que gracias a que mantienen a estos animales se conservan algunas razas. O sea que eligen razas en peligro de extinción para reproducirlas y que no desaparezcan del planeta. Buena labor hacen, si señor, gran trabajo conservacionista el suyo, pero lo cierto es que cada día hay más perros abandonados, aunque eso sí con mucho cariño, en la perrera donde le podrán una cariñosa inyección letal que le dormirá para siempre. Muy caritativo claro, y después a por otro perrito, pero esta vez de otra raza para no repetirse que eso es muy ordinario, y ya lo dice la casposa canción: antes muerta que sensilla. Eso por no hablar de los que los tienen en perreras al aire libre con temperaturas bajas en invierno y sofocantes en verano, a los que apenas se les saca a la calle y defecan allí donde residen. Eso sí, les quieren mucho y les hablan al oído a los chuchos porque así su forzosa residencia se hace más llevadera, como si al can le importara mucho que le quieran detrás de unas rejas de las que apenas sale.

Bueno, creo que en esta ciudad todavía se dan algunas cuestiones prácticamente insalvables salvo que se apliquen ciertas normativas, que haberlas las hay, pero se pasa usarlas. Quizás un carné por puntos, tipo al de conducir pero para dueños de perros y mascotas diversas, se podría instaurar para la tenencia de estos animales. A medida que se pille al individuo en cuestión faltando a las más elementales normas de convivencia, se le quitan puntos hasta desposeerle de su mascota. Si tanto la quiere, seguro que se cuidará mucho de faltar al respeto a los demás.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Mucha titulación, poca educación.

Me encuentro con una vecina, bastante mayor ella, que viene muy cabreada del ayuntamiento. ¿Qué te pasa Julia, qué te pasa? He acudido a hacer una consulta sobre una cuestión urbanística y me han contestado mal. No he entendido nada de lo que me ha dicho una señorita de malos modales y peor educación, me responde. Bueno, suele ser más habitual de lo que parece este tipo de actuación “profesional” , sobre todo a personas mayores, que suelen estar más indefensas que los técnicos de empresa privada que acuden a hacer consultas concretas. A los titulados por lo general, se andan con mucho cuidado de responder inadecuadamente, no vaya a ser que alguno sea amigo de la jefa o jefe de turno, que por lo general suele ser así, y caiga un chorreo tonto, pero merecido, por mal comportamiento. Luego se quejan de que tienen mala fama ante la ciudadanía a la que deben atender.

Bueno, como esta mujer me cae bien contacto con un conocido que trabaja en el consistorio y me dice que sí, que ahora se pide mucha titulación, incluso a las capas más bajas de la plantilla, así como idiomas y otras cuestiones ajenas al trato con el contribuyente, pero que vienen muy bien para acumular puntos y ascender sin necesidad de examinarse. Además parece ser que todo el proceso depende de una entrevista personal en la cual, al menos en la medida de lo que este conocido sabe, no se pide nada sobre el trato a las personas que acuden a ventanilla, así que puede tener varias carreras e idiomas quien opta a uno de estos ascensos, y de trato ser unos bordes inaguantables, y lo que es peor, incomprensibles en sus explicaciones.

Este suele ser un defecto bastante habitual, el de hablar en un idioma técnico muy ajeno al coloquial que todos conocemos. Es más, para no entender ni papa de lo que nos explican no hace falta que nos lo digan en inglés, francés, castellano o euskera, porque la dificultad estriba en los términos técnicos que muchos de ellos emplean cuando se explican, debiendo de creer que todos somos arquitectos, ingenieros o abogados. Eso para la ciudadnía de mediana edad, pero si además hay que explicárselo a una persona mayor, la situación empeora ostensiblemente. Lo cierto es que cada día se valoran más las titulaciones e idiomas sin tener en cuenta que quienes acuden a la ventanilla no son abogados o ingenieros, sino gente sencilla y corriente que saben lo que quieren aunque no cómo decirlo. Por el contrario al otro lado del cristal debe haber un profesional que sepa cómo atender al público sin provocar que éste se marche espantado y echando pestes del ayuntamiento. Un buen profesional debe tener la capacidad de escuchar al contribuyente y responder de manera que pueda comprender qué se le dice. Al parecer eso es lo que no se ha logrado aún, al menos en el caso de mi vecina. Otra cosa es que le guste o no el resultado de la consulta, siempre y cuando ésta se haga correctamente

Pero me da la impresión de que todo el ayuntamiento no es así. Me consta porque hace unos años, cuando fui a solicitar una subvención, que por supuesto al final no se me concedió, pregunté a un bedel municipal dónde estaba la estancia adecuada para cursar la mencionada petición. El susodicho sacó una foto de toda la zona de edificios municipales adjuntos al principal, en la que tenía marcadas las puertas y accesos de cada uno de los recintos para explicar a la gente por dónde debía ir o entrar. Me quedé atónito de la efectividad municipal, así que le pregunté de quién había partido la idea de explicar gráficamente cómo desplazarse a uno u otro lado de los recintos. Pues nuestra, por supuesto, me contestó. No creerá usted que es cosa del Ayto., porque esos no saben ni que existimos, claro. Bueno; era demasiado bonito creer que por una sola vez se había pensado como corporación en facilitar el acceso a la maraña municipal a la ciudadanía lisa y llana. Habían sido los propios trabajadores los que habían tomado la decisión de favorecer, en la medida de lo posible, el acceso a los ciudadanos y ciudadanas de Bilbao.

Pues doña Julia me ha dicho que de amabilidad nada, y que descortesía mucha y además mala educación, porque su interlocutora se echaba traguito tras traguito del botellín con agua, o lo que contuviera, mientras le explicaba su problema. En mis tiempos eso no se hacía porque era una descortesía, me aclara mi vecina, pero parece que en los tiempos que corren la palabra cortesía ya no aparece en el diccionario. Y eso que no parecía ni jefa ni técnica, pero poco le importaba a la muchacha en cuestión ese pequeño detalle ante esta persona mayor. Lo más probable es que tenga varias carreras y distintos idiomas, pero por mucho que ascienda por méritos propios, lo que posiblemente nunca llegue a tener es un mínimo de educación, lo que significa que por mucha titulación que se tenga, ello no quiere decir que sepa cómo tratar al contribuyente, que al fin y al cabo es el que paga con sus impuestos el puesto que ocupa, y el que podría ocupar si algún día aciago se presenta a algún ascenso, y ese tribunal calificador no quiere saber nada de educación, sino sólo de titulación. Así pues, la culpa de estas actitudes no es sólo de la persona afectada sino también de aquellas que valoran más la titulación que el trato y la educación hacia los demás.

viernes, 30 de noviembre de 2007

De iluminación y ahorro energético.

Me doy una vuelta por la web del Ayto. de Bilbao, un poco farragosa por cierto, y llego a las obras vigentes, entre las que me llama la atención, no se bien por qué, la de la iluminación de algunas calles de Uribarri y Castaños. Poca cosa pone excepto las calles afectadas por el cambio lumínico en el que se está trabajando, pero al momento me acuerdo por qué me ha llamado la atención anteriormente. Hace un par de años aproximadamente (mes arriba mes abajo) se presentó por parte del Consistorio un plan de ahorro energético para rebajar por las noches la intensidad de las lámparas con el fin de ahorrar energía, de lo cual está bien necesitado el planeta. Convocada incluso rueda de prensa para su presentación en público, incluyendo un dossier para la prensa con bonita foto de portada, cogida por cierto sin permiso del autor para su publicación en el mencionado dossier, y por supuesto sin abonarle los derechos de reproducción, el informe, un poco escueto y chabacano para mi gusto, hablaba, si mal no recuerdo y podría equivocarme en algo por el paso del tiempo, de reducir el factor de potencia o algo así, durante algunos períodos de la noche en que apenas hay tránsito por la capital del mundo. Se trataba con ello de explicar a la ciudadanía de Bilbao lo ahorrativa y solidaria que sería la ciudad gracias a este plan.

El tiempo ha pasado y ya nada se sabe del generoso proyecto. No ha habido cuenta de resultados, o al menos yo no la he visto por ninguna parte, ni publicada ni mencionada. Suele ser lo más habitual en este consistorio, ya que presentar planes y proyectos, especialmente en época preelectoral, es lo más natural del mundo por su parte, pero son rarísimos los casos en que al cabo de un tiempo presentan los resultados de alguno de ellos. En alguna que otra ocasión se ponen encima de la mesa estadísticas de afluencia de personas a uno u otro evento, pero eso es fácil de cuantificar y de usar como si de algo efectivo se tratara, cuando no es más que mera estadística, y nada más. Lo cierto es que si te pones en Artxanda mirando a la capital, de noche, apenas se nota cambio alguno. Es más, no conviene andar mucho por el mirador del pulmón bilbaíno porque a veces varias farolas están fundidas y apenas se ve el suelo por el que se pisa, y digo esto aprovechando que hablamos de iluminación urbana y esas cosas. Quizás haya que esperar a altas horas de la madrugada para notarse el efecto, o simplemente y será lo más probable, no se ha hecho nada de nada del mencionado plan.

Bueno, puestos a ello me paso por Uríbarri a ver cómo va la cosa esa de la nueva iluminación, cuya instalación resulta ciertamente sospechosa por la cercanía del período electoral del año que viene. Pero bueno, mejor alguna vez, aunque sea para recaudar votos, que nunca. Las farolas son bonitas, tanto las de a pie como las de pared. Abultan el doble que las viejas pero efectivas luminarias, cuyo trabajo ha sido muy provechoso a lo largo de los años que han durado. Como ya es tarde está encendidas y lo cierto es que se advierte cierto déficit lumínico. Ahora bien, siempre ha sido así y habría que ver por qué se cambian ahora y no se ha hecho antes, cuando este barrio dispone de las viejas luminarias desde hace décadas. Bueno, no importa, lo importante es que se va a subsanar el problema, si es que lo había.

Puestos a mirar veo que un corto tramo (50 metros) de una calle, en cuestión la denominada Monte Ízaro, va a ser premiada con un cambio de dos por nueve. Es decir, ahora dispone de dos farolas y se le van a colocar en el mismo espacio hasta nueve de las relucientes y cabezonas luminarias. Destacan sobremanera por las dimensiones exageradas, sobre todo comparadas con las actuales, que a su vez está mucho más altas, y por lo tanto destacan menos. Las nuevas están prácticamente en el balcón de esa señora que cuelga la ropa, tan bajas están ubicadas. Bueno, si hay que cambiar la bombilla lo podremos hacer desde el balcón, pensará el de mantenimiento. Lo que sigo sin apercibir es por qué tanta farola en tan poco espacio. No veo nada que justifique tanto farolillo, por lo menos a simple vista. Me recuerda a esa obra de arte pegada al museo tradicional bilbaíno, pero en vez de con muchos modelos, sólo con uno. Bosque de farolillos, se podría titular. Las actuales son dos a un lado de la calle. Las futuras son cuatro en el mismo lado de las viejas, y cinco en la acera de enfrente. Esto va a parecer el adorado y sacrosanto campo de fútbol de la ciudad cuando las enciendan.

Hablando de planes de ahorro energético, me fijo a ver si hay alguna preinstalación para alternar unas farolas con otras, por si hubieran pensado en la posibilidad de apagar algunas a ciertas horas de la noche dejando las imprescindibles para un tránsito mínimo sin tener que llevar gafas de sol a las cuatro de la madrugada, pero no, no veo nada que me haga pensar que ello va a ser así. Sólo veo su cablecito colgando, su fusible y nada más. Mucho me temo que eso del ahorro energético municipal es un cuento chino, japonés y tailandés. En resumen, creo que fue una patraña para hacernos creer que íbamos a ser más amables y considerados con el planeta, cuando los hechos demuestran que somos todo lo contrario, es decir, unos despilfarradores. Y ahora ya no sólo de agua, sino también de energía. De dos a nueve va un trecho, tanto en número como en vatios consumidos inútilmente. Una cosa es mejorar y otra exagerar hasta caer en el abuso inútil y derrochador. Sin embargo una cosa sí me ha quedado clara: ahora ya sé por qué nunca presentan resultados. Lo más probable es que sean siempre negativos.

Tampoco es de extrañar. Si nos damos una vuelta por el resto de la ciudad en período nocturno, veremos cómo hay polideportivos con sus instalaciones iluminadas a altas horas de la noche cuando ya no hay nadie en ellas, u otras instalaciones deportivas al aire libre con sus potentes focos encendidos, cuando está lloviendo a jarros y nadie puede usarlos, o patios de algunas escuelas con sus focos encendidos día y noche, aveces durante varias jornadas. Y eso sólo es lo que se ve a simple vista. A saber qué pasará a nivel interno en todas esas instalaciones que dependen del consistorio bilbaíno. Bueno, creo que es mejor no saberlo, pero por lo menos que no vayan chuleando por ahí de lo ecológicos y ahorradores que son porque es simple y llanamente, mentira.

Prohibido fumar en este establecimiento.

Me habían dicho que en Bilbao había algún que otro bar, que no degustación o pastelería, en el que está explícitamente prohibido fumar. Yo no me lo creía porque en eso me fijo mucho y hasta ahora no había visto ni uno solo de ellos donde rezara el cartelito a la entrada, pero como me habían comentado dónde está uno de ellos, aproveché que había quedado con un conocido para comentar algunas cosillas en el supuesto bar de no fumadores. Y es cierto; me quedé anonadado pero es verdad que lo hay. Y allí estuvimos conversando sin humo y disfrutando de un café sin el hilillo tocapelotas pasándote por la nariz mientras saboreas el adictivo pero sabroso vicio.

Mi colega, que me ve entusiasmado en este pequeño bar de barrio, me dice que hay otros tres, pertenecientes a una misma cadena, en los que también está prohibido fumar y que están en el Casco Viejo. Tampoco me lo puedo creer. ¿Hay alguien tan loco como para ir a contracorriente del 99,9% del resto de hosteleros? Y en ese momento decido buscar un hueco para comprobarlo durante la misma semana. Y también es cierto lo que me decía mi colega. Tres establecimientos de no muy lejana apertura hostelera rezan en sus entradas sendos carteles de prohibido fumar en su interior, correspondiendo la imagen que encabeza esta entrada de bitácora (no me gusta lo de blog y lo uso lo menos posible) a uno de ellos.

No entro a los más grandes, sino al más pequeño de los tres a tomar un café. Dentro consta, en al menos tres lugares, que está prohibido fumar en su interior. Sentado en una esquina tomo nota de algunos detalles en una servilleta. No hay ruido excesivo porque la gente habla en un tono normal y relajado. Nadie grita para ser escuchado porque se le oye bien. En resumen, no hay efecto oilokiegi (gallinero), como le gusta decir a cierto personaje político-técnico-televisivo, muy mordaz él en sus apreciaciones politicas. Sólo alguna esporádica petición de la barra a la cocina, altera ligeramente la media sonora del local, y son las ocho de la tarde, hora bastante significativa, creo yo.

Entra gente con niños pequeños en su cochecito. Me sonrio porque he visto tantos niños recién nacidos en sus coches
acompañando a sus padres en lugares totalmente contaminados de humo de tabaco, que cuando veo éstos de ahora en un lugar en el que pueden acompañar a sus abuelos o aitas sin peligro de comenzar a ser adictos al tabaco desde recién nacidos, y pudiendo además éstos tomarse unos pintxos o algo para beber, tranquilos por ese asunto, todo esto me parece de cuento de hadas.

Entra más gente con algún que otro niño pero el volumen de la conversación sólo se eleva un poco, algo lógico si aumenta la afluencia de público. Un cartel curioso, escrito en una pizarra con muy buena letra, e incluso con una falta de ortografía (cambien es con m antes de b) totalmente perdonable, advierte de que no se lleven la vajilla del establecimiento porque les sale por un pico la broma y además si les gusta a los clientes, están dispuestos a vendérsela a precio de coste. Me parece muy buena idea. Sólo faltaba que además de ser de los pocos que van a contracorriente y a favor de una minoría antitabaco, les roben la vajilla. Una medalla es lo que les tenían que dar. Una mención en la guía Mitxelín o en alguna de esas revistas o publicaciones que suenan a que algo está muy bien.

Tengo que marcharme pero después de tomar notas por aquí y por allá, me doy cuenta también por qué estoy tranquilo en el rincón cuando echo un vistazo a las esquinas del local. Quizás algún lector o lectora ya se lo haya imaginado. Lo cierto es que no hay ni una, ni dos, ni tres televisiones. La verdad es que no hay ninguna y por ello la gente se puede concentrar en lo que habla, sencillamente porque no hay nada que la distraiga de la conversación. No hay ninguna superpantalla gigante para ver los anodinos y cotillas programas de la tarde noche. No hay por tanto, un volumen excesivo que induce al resto de los asistentes a gritar aún más que la propia caja tonta. La gente está a lo suyo sin desviar la vista a ningún sitio que no sea su interlocutor. ¡Qué manía tenemos de mirar hacia la tele cuando la tenemos enfrente y nos están hablando! Queramos o no nos hipnotiza como a gilipollas, incluso aunque no nos guste lo que están emitiendo. Pues mira, aquí no hay problemas de esos. Muerto el perro, se acabó la rabia.

Bueno me voy. Ahora si. Me da un poco de pena pero tengo obligaciones con las cuales debo cumplir. Tampoco me importa tanto porque ahora ya tengo dos puntos fijos en Bilbao, a los que puedo ir a tomar un café sin necesidad de fumar pasivamente. La gente dice que soy un radical en ese aspecto, y es cierto. Lo demuestran varias determinaciones que he tenido que tomar. Por ejemplo, ya no voy a tomar el café de la mañana a ningún bar de alrededor de mi centro de trabajo, porque no hay ninguno donde esté prohibido fumar a menos de un kilómetro a la redonda, que es más o menos donde se ubican uno de estos cuatro bares mencionados. Hubo un tiempo en que me llevaba un termo, pero bastantes compañeros fuman diversos tipos de tabaco, incluido algún que otro puro, en un lugar en el que supuestamente está prohibido hacerlo, pero donde nadie hace caso de esas leyes absurdas, según ellos. Ahora me voy a casa a tomar un café, aunque me sale por un riñón entre autobús y autobús. No se tarda mucho, pero como me pillen me van a dar un buen varapalo. Lo cierto es que hay mucha gente que se lo toma en el bar de abajo, pero que estén al lado no significa que vuelvan pronto a su mesa de trabajo. Bueno, pues ahora ya se sabe por qué soy tan radical conmigo mismo, porque lo que es con los demás, siempre acabo perdiendo. Incluso con la ley en la mano.

martes, 27 de noviembre de 2007

Con el pueblo, pero mejor sin él.

Ahora les ha dado a las autoridades municipales por utilizar a la vencidad como empleados de plantilla, pero sin estar en ella y sin pagarles. Bueno, esta es una interpretación de eso que ahora quieren llevar adelante algunos concejales del partido gobernante, se supone que con el visto bueno del boss, que en este caso no es el cantante sino el alcalde. Me refiero a que los propios vecinos hagan de inspectores de diferentes cuestiones que afectan a sus barrios y luego informen de ello en su consejo de distrito para que se solucione,o cuando menos para que esté informado el Ayto. de la anomalía en cuestión.

Supongo que esa será la interpretación de la democracia participativa del partido politico que propone esta medida, pero en realidad no es sino aprovecharse de la bondad y buena intención de la ciudadanía mientras otros están mirando. No en vano la mayor reconversión, que no aumento, de la plantilla municipal que ha habido a lo largo de los últimos años, corresponde a la de inspectores. Si hay que reconvertir algún servicio subcontratado se hace a vigilancia o a inspección. Hay inspectores para todo: para alumbrado, para saneamiento, para aguas, para vialidad, para obras, para anomalías de distrito, de animales, de recintos, de comidas, de instalaciones de aire acondicionado,..... Prácticamente nada se queda sin inspeccionar. De hecho la última noticia a este respecto fue la del nuevo equipo de inspectores de distrito que deben patearase las calles a la búsqueda y captura de anomalías propias de las rutas que recorren, así como de las que los vecinos puedan conocer. Este nuevo servicio fue presentado, como casi todos, a bombo y platillo como una de las formas de acercarse a la ciudadanía y los barrios para recopilar y solucionar problemas.


Pues parece que pronto se han olvidado del tema. Aquí algo falla; o los inspectores no llegan a todo, o no es suficiente marrón para el Ayto. toda la información que les aportan sus propios trabajadores, o sencillamente es otra operación de imagen preelectoral, que no debemos olvidar que la elecciones, de cualquier tipo, no empiezan un mes antes, no, sino un año. Que no nos enteramos.
Pero es que esta idea ya viene de muy lejos, porque precisamente la descentralización ciudadana se hizo para acercar el Ayto. a los barrios y conseguir sus aportaciones, entre otros objetivos. Es decir, esto que se propone ahora es muy viejo, pero como la gente ya no se acuerda de ello, pues lo volvemos a proponer, que queda bien ante la plebe. Pero que tenga en cuenta la gente lisa y llana que todo aquello que se proponga pero no sea rentable en votos, no tendrá el mismo tratamiento que aquello que suponga un avance en las ganancias políticas del partido gobernante de turno. Esto se traduce, más o menos, en lo siguiente: tú deja el sobre que yo ya haré lo crea conveniente. Pueda que lo haga hoy o puede que lo haga cuando me venga bien a mi. Lo de menos es cuándo te viene bien a tí, aunque sea algo urgente bajo tu punto de vista, claro.

Los políticos miden muy bien el "tempo" de sus actuaciones. Si nos fijamos un poco veremos cómo a partir de las siguientes elecciones habrá varios años en que no se hará nada, o sólo lo imprescindible, para notar de repente que algo va a pasar porque toda la ciudad se ha puesto patas arriba sin apenas darnos cuenta. Si eso es así, se acerca algún período electoral a año siguiente. Seguro.

La participación que proponen desde el Ayto. es un poco falsa. De hecho, aprovechando la ley europea de las grandes ciudades, todas las presidencias de los Consejos de Distrito están copadas por el mismo partido, lo que provocó la airada pero inútil protesta de alguno de la oposición, que dominaba ciertas zonas periféricas de la ciudad, pero que gracias a ser europeos, como tanto les gusta recordar a ambos bandos, pues uno de ellos se ha quedado con todo y les responde a los otros con una sencilla y contundente frase "haced vosotros los mismo en vuestras ciudades de España". Muy participativo, si señor, muy participativo.

Las mismas asociaciones que dinamizan los barrios tiene voz pero no tienen voto en estos Consejos de Distrito. Pues vaya negocio: organizan fiestas, eventos, cursos, charlas, forums, concursos y otras actuaciones diversas para que el barrio participe, y cuando hay que tomar decisiones en el Consejo de Distrito, que es donde se cuece el bacalao, a la puñetera calle. Muy participativo,oye, muy participativo.

Bueno, pues a ver cuánto tiempo le dura esta aventura al consistorio. Seguro que más de una propuesta no es nada agradable de leer, sobre todo porque más que propuesta será airada y sonada protesta. Yo voy a hacer una que seguro que le gusta al concejal delegado, y no va de cachondeo ni de nada de eso, porque es la típica cosilla que a los turistas les gusta y al Ayto. se le hace pepsicola salva sea la parte, cuando ve que los foráneos la tienen en cuenta. Un mirador detrás de la Basílica de Begoña en la calle San Isidro, en una zona ajardinada detrás de la bilbaina iglesia. Desde ahí se ve Bilbao de un vistazo y está ubicada en el Camino de Santiago, que tanto éxito ha tenido este último año. Es una buena llegada para los jacobeos que de un vistazo se ubican y ven de paso la basílica orientadora junto a la cual deberán pasar al día siguiente. Y además vale tanto para los que van andando como para los que visitan Bilbao y utilizan el transporte urbano. Ahora sólo se utiliza para mear, tanto personas como perros, pero si se hiciera un mirador, seguro que se utilizaría por las buenas vistas que hay desde allí. A ver si hay lo que tiene que haber y se tiene en cuenta esta idea. Ahora, o cuando le venga bien al partido de turno, claro.

lunes, 26 de noviembre de 2007

La Pasarela


La Pasarela de Calatrava, o Zubizuri, está creando una gran polémica dentro y fuera de la sociedad bibaína. Es curioso pero mientras la mayor parte de la vecindad da la razón al Ayto. nadie la llama como el consistorio le puso, es decir Zubi Zuri, sino como su diseñador, esto es, Calatrava. Da la impresión de que los hechos dicen una cosa, pero que en el fondo su diseñador algo de razón tiene en su reclamación, lo que ocurre es que como buen bilbaíno/a no se puede dar el brazo a torcer en esta cuestión, que se está convirtiendo ya en una cruzada popular contra el arquitecto valenciano, lo cual le está viniendo muy bien al consistorio, por cierto. Da la impresión también de que al señor alcalde está contagiando al populacho su numantina defensa ante el artista internacional. Menos mal que es de Durango que si llega a ser de Bilbao, se lo come entre pan y pan.

En Bilbao somos así. Si algo nos cae bien y nos da prestigio, como un museo de titanio con nombre de jeroglífico, se nos caen los pantalones ante semejante maravilla. Aunque haya costado varios miles de millones de pelas, ahora ya todo eso se comprende porque como da tanto prestigio a la ciudad, pues ahora como si hubiera costado el doble o el triple. Ahora bien, si en lugar de llamarse Guggenheim se llamara museo Amoroto, por copiar un poco al programa ese de ETB, y su obra fuera cien veces mejor que la del Guggi, daría igual, porque una cosa que demuestra esta polémica es que en Bilbao no tenemos ni puñetera idea de arte, y sabemos mucho de ahorrar dinero, sólo para algunas cosas.

Lo que sí sabemos es que a toro pasado algo va bien o mal, es decir, lo mismo que el resto de los mortales. Calatrava no habla de nada que no sea arte. Habla del valor artístico de su obra y de lo que cuesta traducida a dinero, es decir, lo mismo que un cuadro cuyo autor está muerto hace 100 años, sólo que el valenciano quiere que se reconozca ahora y no cuando esté criando malvas. En ningún momento ha dicho que su trabajo no esté pagado, que lo está, sino que si se hace algo que modifique el valor artístico de su obra, que se cuente con él antes que con otro que no tiene por qué entender el arte igual que el autor. Calatrava pide demasiado a una ciudad que ha pasado de la nada cultural, o del todo industrial, a la vanguardia mundial de la imagen, en un período de tiempo demasiado corto para asumirlo por completo. En otras palabras, aún somos un poco boronos, o maketos, o como se nos quiera definir en ese aspecto como para comprender qué quiere un artista de reconocido prestigio, aunque ahora, y no antes de construir el Zubi Zuri, no nos guste ya tanto porque nos está metiendo el dedo en el ojo, o mejor dicho, la mano en la cartera.

Para tratar de entender un poco más esta polémica se podría coger un cuadro de Velázquez y pintarle a sus figuras unos bigotes, una peluca y un reloj digital, y luego decir que es arte vanguardista, por ejemplo. Claro que eso no ocurrirá nunca, por lo menos conscientemente de lo que se haría, porque sería algo más que darle vanguardismo a la obra, sería sencillamente una gran putada. Pues esa misma faena es la que se le ha hecho, o al menos esa impresión me da a mi, modificando su obra con un toque que no es suyo. Porque si a Velázquez le proponen modificar su cuadro aceptará o no, pero se le pide a él y no a otro artista que lo pinte a un gusto diferente al suyo, y aunque parezca que no se iba a notar, los expertos en arte distinguen las distintas etapas en que se ha ejecutado una obra de arte, y a quién corresponde cada una de ellas. Si lo saben de obras hechas hace cientos de años, con las de ahora lo sabrán mejor lógicamente.

En Bilbao discutimos mucho por cosas puntuales pero no nos damos cuenta de lo cotidiano. Si abrimos un libro cualquiera en la primera página lo primero que pone es que está prohibido todo tipo de reproducción total o parcial, o por cualquier método, del libraco en cuestión. Eso no nos sorprende y no nos genera ni frío ni calor, aún cuando la obra ya está pagada a sus autores. A los redactores del liburu ya se les ha pagado; a los fotógrafos también; a los maquetadores lo mismo. Pero claro, hay que ganar dinero con el librito y cuantos más se vendan, mejor. Fotocopias no, que están prohibidas.

La foto que ilustra este blog es robada de Internet así que si me pillan me van a meter un buen puro, pero oye, si así queda mejor el blog pues me arriesgo y santas pascuas. Supongo que eso será lo que pensó Azkuna y su equipo de gobierno cuando amplió la pasarela, solo que ellos tienen un gabinete jurídico que te cagas, y yo soy un pringadillo. Bueno, mejor la quito y pongo una mía hecha con el móvil, aunque si me pilla Calatrava con una foto de su obra lo mismo me pide derechos de reproducción de su imagen. Total, que si robo la foto el autor me puede empurar, y si pongo una hecha por mi el arquitecto también me puede empalar. Al final le voy a decir a mi hijo que me haga un dibujo y lo pondré, aunque a lo mejor también me pide derechos de reproducción.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Los autobuses de Bilbao

Leo en una revista, que se supone defiende en cierta medida los intereses de los consumidores, que los autobuses de Bilbao han mejorado respecto al último estudio que se hizo hace unos años. Me quedo un poco perplejo porque quien hace el estudio no puede ser una de estas dos cosas: ni un minusválido ni una persona mayor. En todo caso será una persona normal con bastante agilidad y deportista, porque de otra manera no puede ser que se considere que toda la infraestructura que rodea al bus en Bilbao, sea aceptable, y menos aún, notable.

Me da la impresión de que estos estudios los hace gente que habitualmente no usa este medio de transporte, sino que son contratados para hacerlo en un determinado tiempo y para un estudio concreto. El que anda todos los días en los buses ve muchas cosas que no pueden observar quienes sólo van a trabajar un rato en ellos, y luego rellenan un formulario tipo test donde no se puede expresar con frases alternativas otras cuestiones relativas a la calidad de este transporte.

Los primeros que deberían opinar son los propios conductores porque son parte imprescindible del proceso, pero por la lectura del informe, da la impresión de que más que contar con su opinión, parece que se les ha espiado a ver si lo hacían bien o mal. Esa gente sabe mucho del tipo de personas que se montan en sus buses todos los días: cómo reaccionan ante una tarjeta mal metida, porque hay muchas reacciones distintas ante el fallo tonto, dependiendo de si es un persona joven o mayor, por ejemplo; quiénes entorpecen el paso de los demás discutiendo si la tarjeta vale o no vale; quiénes les vuelven locos preguntado si su vehículo va a un barrio o a otro sin siquiera molestarse en haber mirado el panel informativo que hay en cada parada; quién tiene la tarjeta preparada o la saca del fondo recóndito de un bolso o cartera mientras los demás están detrás esperando bajo la lluvia; quiénes manchan el autobús apoyando sus zapatillones en el asiento de enfrente y lo deja todo pringado de restos de chuches guarrindongas, mientras van jugando con el móvil; y por supuesto no podían faltar los que van hablando a todas horas por el puñetero móvil como si su vida dependiera del dichoso parato, cuando no van diciendo más que chorradas que no van a ninguna parte.


Sí; es verdad, todo esto no tienen que ver con los criterios de calidad del transporte. Son cuestiones ajenas a la calidad del transporte, pero lo cierto es que se podría escribir una tesis con las costumbres y manías de la gente que sube en los buses urbanos. Conozo a un personaje que no sube en los números que van al hospital, especialmete por la mañana, porque dice que la gente todavía va mal curada a las consultas, y contagian a los demás. No sé, puede que tenga razón, y según él ya no va en esos buses aunque tenga que ir andando o en otra línea.

Los autobuseros también tiene sus preferencias. No es lo mismo conducir un trasto viejo que uno recién salido de la fábrica, aunque los hay que echan de menos algunos modelos que respondían mejor que los nuevos. Los que son insufribles y ni los ancianos ni las madres de niño en carrito pueder soportar son los pocos que quedan con dos escalones y barra en medio para subir o bajar de ellos. He llegado a ver a madres esperar al siguiente, de plataforma baja y graduable antes que montar en uno de escalones. En alguna ocasión la cabezonería de alguna de ellas ha estado a punto de generar un accidente cuando ha elevado por encima de la barra el carrito hasta casi caer el niño, por la inclinación del carro. No; es mejor dejarlo para el siguiente porque éste es mortal de necesidad. Hay pocos buses de estos, pero aún queda alguno que se usa de comodín cuando otro está averiado.

Los nuevos también tienen sus pegas, aunque no para subirse a ellos con el carrito del niño, sino para luego circular por su interior hasta acomodarse. Muy estrechos. Esa es la definición concreta, así que ya directamente se van a la parte de atrás y montan, dejan al niño sujeto como pueden o a cargo de algún viajero generoso que se lo mantenga, y a picar la txartela. Muy efectivo para una madre que vaya sola, si señor, muy cómodo y muy europeo. Los más nuevos tienen todo tipo de jorobas en su interior. A veces da la impresión de que destinan más espacio a los mecanismos del bus que a la gente que tiene que llevar. Que si el depósito de gasoil va en el centro; que si el cuadro de mandos, que ocupa casi como un wc de un bus intercontinental, está en la parte de atrás..... Al final, los asientos de encima de la rueda, que tanto molestaban hace 20 años a los viajeros, ahora son los asientos más cómodos. No, si el que no se consuela es porque no quiere.

La gente mayor también tiene sus tics buseros. Hay de todo entre esta marabunta de personas que por ser mayores se creen que tiene derecho a todo, como por ejemplo llegar los últimos a la parada y entrar los primeros, aunque sea a base de codazos y empujones. Una vez dentro, los primeros por supuesto, se regodean eligiendo el sitio que más les gusta, que por lo general no suele ser el destinado a ellos, es decir, esos cuatro que hay cerca de la entrada para que no tengan que recorrer más distancia que la justa hasta sentarse, sino cualquier otro, y cuanto más retorcido para luego salir molestando a todo hijo de vecino mejor.

Los sitios reservados para lo mayores, las embarazadas y gente impedida por alguna lesión. Qué claro está puesto en las pegatinas y que escasísimo o nulo caso se hace de ello. Prácticamente nadie lo respeta. Es como si esos cartelitos no existieran para la mayoría de la gente. ¿Habrán tomado nota los inspectores del estudio ese sobre la calidad del servicio de los autobues, o eso tampoco entrará dentro del término "calidad"? Pues que sepan que se respeta poco, incluso por la propia gente afectada, muchos de los cuales no se ponen mirando para atrás porque se marean, y llegan a ir de pie sólo para bajarse dos o tres paradas más adelante, aún a riesgo de acabar crucificados en el suelo cuando arranca el moderno autobús, que eso sí, tiene un reprís que ya quisieran para sí muchos coches de los años 80, por ejemplo.

Algunos modelos, casi la mayoría de los modernos, son auténticos retos para los mayores. Los asientos traseros son montañas que deben escalar antes de poder llegar a sentarse, y un suplicio cuando se tienen que bajar de ellos. Una vez acomodados en ellos no hay problema, pero hay que empezar a pensar cómo y cuándo deben comenzar a bajarse, que suele ser alguna parada antes de la suya, no vaya a ser que no le dé tiempo a hacer la maniobra completa y no pueda llegar a la puerta. Es complicado. Digan lo que digan, estos buses no están diseñados para la gente mayor.

Los minusválidos son otro apartado dentro de este mundo rodante. Las plataformas. Las famosas plataformas. Habría que hacer un inventario de cuántas funcionan, porque si hubiera que usarlas todos los días a todas las horas, habría que paralizar la mitad de los autobuses que las incorporan, si no más. Es tal el desbarajuste que los conductores cuando pueden no paran en la marquesina, que esa es otra, la accesibilidad de las marquesinas, sino en el bordillo fuera de ellas. En algunas paradas aproximar un vehículo de esas dimensiones es un suplicio, así que optan por andar unos metros más adelante y hacer una de dos cosas: o bajan el vehículo hasta la altura del bordillo para que la silla de ruedas apenas note el desnivel entre ambos, o sacan la famosa, lenta e insegura plataforma. Porque es una lotería pulsar el botón que extrae la rampita de marras. No se sabe si saldrá o no; si se quedará fija o se volverá a meter, o si por fin sale y se queda quieta, la inseguridad de no saber si luego volverá a entrar, o habrá que tirar de esa fina manivela que apenas puede mover la dura y pesada plataforma de las narices. Con lo fácil que lo hace el aire comprimido, qué dificil y duro es meterla a mano. Por eso, algunos optan por la mejor alternativa para todos los usuarios y trabajadores del autobús: pegarlo a la acera y ajustar la altura al bordillo. Se ahorra tiempo y una buena sudada, además de algún nudillo raspado contra el asfalto.

En los últimos tiempos las mujeres conductoras han hecho aparición en los buses urbanos. Recuerdo hace 20 ó 25 años, cuando la famosa rubia empezó a conducir autobuses urbanos, y las críticas machistas estaban a la orden del día. Por suerte las cosas han cambiado, y ahora las mujeres conducen exactamente igual que los hombres estos modernos cacharros que nada tienen que ver con los que condujo su predecesora hace tantos años. Sólo de pensar en los azulitos; en sus largas palancas de cambio o en el ruido que hacían dentro del propio vehículo se me pone la carne de gallina, aunque también es verdad que no había otra cosa para acceder a los barrios estrechos. Quiero imaginar que a esta mujer sus actuales y jóvenes compañeras la tendrán como un hito en la historia de la conducción urbana de Bilbao, suponiendo que la juventud de ahora tenga alguna noción de lo que ello significó en su momento. Al día de hoy he visto cómo una señora mayor felicitaba a una conductora joven diciéndola que conducía muy bien, todo ello con una amplia sonrisa. La conductora se lo agradeció con palabras y otra sonrisa aunque un poco incrédula ante tal cumplido. Bueno, lo cierto es que la señora lo hizo con toda su buena intención, o así me lo pareció a mi.

Las paradas son otro mundo. Parece que una cosa tan sencilla como el transporte urbano está compuesta por diversos mundos unidos entre ellos por los propios buses, y si nos ponemos a pensar en ello, así es. Destacan en Bilbao diversos tipos de paradas, cada una de ellas con sus propias peculiaridades, y con elementos comunes entre ellas. Algunas son sólo lugares de las aceras con un señal de parada y poco más. Si llueve o hace frío es imposible protegerse y hay que aguantar como sea, y Bilbao tiene fama de ser lluviosa, aunque también es verdad, cada vez, menos. Una buena parte de ellas obstaculiza por uno u otro lado el paso de las sillas de inválidos, aún habiendo sitio para poder ponerlas más atrás. Poca gente municipal se preocupa por estas cosas; por estos pequeños detalles que podrían hacer ligeramente más sencilla a una gente de vida complicada, e incluso a la gente normal, de a pie. Es la falta del detalle lo que demuestra que no hay quien se preocupe de mejorar los accesos a esas marquesinas porque tanto ellas como el diferente mobiliario urbano, son una carrera de obstáculos para todos.

Es triste que la publicidad también tenga preferencia sobre la accesibiidad, pero lo cierto es que la mayor parte de los paneles publicitarios de estas paradas, están apoyados en una pata delantera que apenas deja sitio entre ella y el bordillo. Por lo tanto, el que quiera pasar por ahí que se baje a la calzada o que dé la vuelta. Pero hay amigo, en el otro lado está la inseparable papelera que nadie usa porque los bonobuses campean por todos los lados menos en la papelera de turno. Así que a rodear la papelera, y quizás también la enorme y preciosa jardinera que han puesto a continuación. Es curioso; para eso sí hay sitio, pero para poner medio metro más atrás la marquesina y hacerla accesible por cualquiera de sus lados, por lo general no. En algunos casos no es posible por falta de espacio, pero en otros es perfectamente factible. Lo único que hace falta es tener un poco de detalle en estas cosas y pensar en todos y todas, y no sólo en la media. Contentar a la media es fácil, pero para tratar de hacerlo bien para todo el espectro social, hace falta ser un poco detallista y contar con la opinión de todos y todas, y no sólo de una parte a quien se va a dirigir el servicio. Y no sólo pasa con los autobuses, porque es el pan nuestro de cada día en la mayor parte de los servicios de carácter público, como quedará demostrado a lo largo de próximos episodios de este blog.



viernes, 23 de noviembre de 2007

Vivir en Bilbao

Vivir en Bilbao.
Me suena a un título de canción de Doctor Deseo, uno de esos temas en que casi siempre ponen bien a esta ciudad porque se sienten identificados con ella. A veces es difícil hacerse amigo, no de la ciudad en sí, sino de cómo se gobierna en ella. En demasiadas ocasiones no se piensa en todo el espectro de gente que la habita, sino en una parte de su sociedad que está comprendida en una media de edad determinada y con un estatus muy concreto. Con el resto se cumple lo justo para ir pasando y a veces ni siquiera eso. Es cierto que comparado con el Bilbao de hace 30 años éste es mucho más habitable que aquél. Posiblemente nadie con cierta edad a sus espaldas discuta eso. Lo que sí habría que poner en tela de juicio es si con el mismo esfuerzo, se podría vivir mejor. Quizás ése sea el objetivo de este blog: criticar lo mal hecho para que se pueda mejorar.