lunes, 26 de noviembre de 2007

La Pasarela


La Pasarela de Calatrava, o Zubizuri, está creando una gran polémica dentro y fuera de la sociedad bibaína. Es curioso pero mientras la mayor parte de la vecindad da la razón al Ayto. nadie la llama como el consistorio le puso, es decir Zubi Zuri, sino como su diseñador, esto es, Calatrava. Da la impresión de que los hechos dicen una cosa, pero que en el fondo su diseñador algo de razón tiene en su reclamación, lo que ocurre es que como buen bilbaíno/a no se puede dar el brazo a torcer en esta cuestión, que se está convirtiendo ya en una cruzada popular contra el arquitecto valenciano, lo cual le está viniendo muy bien al consistorio, por cierto. Da la impresión también de que al señor alcalde está contagiando al populacho su numantina defensa ante el artista internacional. Menos mal que es de Durango que si llega a ser de Bilbao, se lo come entre pan y pan.

En Bilbao somos así. Si algo nos cae bien y nos da prestigio, como un museo de titanio con nombre de jeroglífico, se nos caen los pantalones ante semejante maravilla. Aunque haya costado varios miles de millones de pelas, ahora ya todo eso se comprende porque como da tanto prestigio a la ciudad, pues ahora como si hubiera costado el doble o el triple. Ahora bien, si en lugar de llamarse Guggenheim se llamara museo Amoroto, por copiar un poco al programa ese de ETB, y su obra fuera cien veces mejor que la del Guggi, daría igual, porque una cosa que demuestra esta polémica es que en Bilbao no tenemos ni puñetera idea de arte, y sabemos mucho de ahorrar dinero, sólo para algunas cosas.

Lo que sí sabemos es que a toro pasado algo va bien o mal, es decir, lo mismo que el resto de los mortales. Calatrava no habla de nada que no sea arte. Habla del valor artístico de su obra y de lo que cuesta traducida a dinero, es decir, lo mismo que un cuadro cuyo autor está muerto hace 100 años, sólo que el valenciano quiere que se reconozca ahora y no cuando esté criando malvas. En ningún momento ha dicho que su trabajo no esté pagado, que lo está, sino que si se hace algo que modifique el valor artístico de su obra, que se cuente con él antes que con otro que no tiene por qué entender el arte igual que el autor. Calatrava pide demasiado a una ciudad que ha pasado de la nada cultural, o del todo industrial, a la vanguardia mundial de la imagen, en un período de tiempo demasiado corto para asumirlo por completo. En otras palabras, aún somos un poco boronos, o maketos, o como se nos quiera definir en ese aspecto como para comprender qué quiere un artista de reconocido prestigio, aunque ahora, y no antes de construir el Zubi Zuri, no nos guste ya tanto porque nos está metiendo el dedo en el ojo, o mejor dicho, la mano en la cartera.

Para tratar de entender un poco más esta polémica se podría coger un cuadro de Velázquez y pintarle a sus figuras unos bigotes, una peluca y un reloj digital, y luego decir que es arte vanguardista, por ejemplo. Claro que eso no ocurrirá nunca, por lo menos conscientemente de lo que se haría, porque sería algo más que darle vanguardismo a la obra, sería sencillamente una gran putada. Pues esa misma faena es la que se le ha hecho, o al menos esa impresión me da a mi, modificando su obra con un toque que no es suyo. Porque si a Velázquez le proponen modificar su cuadro aceptará o no, pero se le pide a él y no a otro artista que lo pinte a un gusto diferente al suyo, y aunque parezca que no se iba a notar, los expertos en arte distinguen las distintas etapas en que se ha ejecutado una obra de arte, y a quién corresponde cada una de ellas. Si lo saben de obras hechas hace cientos de años, con las de ahora lo sabrán mejor lógicamente.

En Bilbao discutimos mucho por cosas puntuales pero no nos damos cuenta de lo cotidiano. Si abrimos un libro cualquiera en la primera página lo primero que pone es que está prohibido todo tipo de reproducción total o parcial, o por cualquier método, del libraco en cuestión. Eso no nos sorprende y no nos genera ni frío ni calor, aún cuando la obra ya está pagada a sus autores. A los redactores del liburu ya se les ha pagado; a los fotógrafos también; a los maquetadores lo mismo. Pero claro, hay que ganar dinero con el librito y cuantos más se vendan, mejor. Fotocopias no, que están prohibidas.

La foto que ilustra este blog es robada de Internet así que si me pillan me van a meter un buen puro, pero oye, si así queda mejor el blog pues me arriesgo y santas pascuas. Supongo que eso será lo que pensó Azkuna y su equipo de gobierno cuando amplió la pasarela, solo que ellos tienen un gabinete jurídico que te cagas, y yo soy un pringadillo. Bueno, mejor la quito y pongo una mía hecha con el móvil, aunque si me pilla Calatrava con una foto de su obra lo mismo me pide derechos de reproducción de su imagen. Total, que si robo la foto el autor me puede empurar, y si pongo una hecha por mi el arquitecto también me puede empalar. Al final le voy a decir a mi hijo que me haga un dibujo y lo pondré, aunque a lo mejor también me pide derechos de reproducción.