La verdad es que esta entrada no tiene mucho que ver con problemas ciudadanos, que al fin y al cabo es de lo que se trata de comentar en este espacio, pero lo cierto es que quien suscribe quiere hacer un corto paréntesis en sus alegaciones y observaciones habituales para rendir un pequeño homenaje a Titín III, ya que siempre le ha admirado como pelotari, toda vez que como persona no le conoce y por tanto no puede emitir dictamen alguno.
Este aguerrido riojano ha ganado por fin el tan deseado campeonato del cuatro y medio después de años y años de lucha por conseguirlo. Han sido muchos meses de trabajo a lo largo de la última década, después de que dejó escapar el mismo título, con todo a su favor, ante Retegi II, otro genio de la pelota .........vasca, que no la del balompié, de la cual ya estamos hasta los “estos” de tanto oír hablar de ella, el 90% de las veces sin un mínima causa justificada si no es la de poner a parir a los que la practican profesionalmente por lo mal que lo hacen, motivo por el cual se me hace aún más incomprensible por qué los medios de comunicación les hacen tanto caso, si son tan inútiles. Es tal la adoración que les profesan que alguno no abrió página deportiva con la histórica victoria de Titín, sino con la de su equipo del alma en un partido sin mayor trascendencia, aunque eso sí, ganado por fin y para alegría de sus estoicos seguidores.
Bueno, dicho esto, que al final me voy por los Cerros de Úbeda en lugar de ir al grano, decía que Titín sí se merecía este campeonato a pesar de que él comentaba, apenas acabado el partido y con lágrimas en los ojos, que en todo caso era él quien le debía todo a la pelota mano. Yo creo que no es cierto. Y es bien sencillo de demostrar, porque Titín III es uno de los pelotaris, y si dijera el que más no me equivocaría ni un ápice, que mayor rendimiento le da a su presencia en la cancha. Apenas se ha lesionado en toda su carrera; ha jugado cientos de partidos, algunos de ellos dos días seguidos sin apenas bajar el rendimiento; pelea todas las pelotas, incluso cuando todos creen que ya no llega a ellas; practica un juego sencillo pero efectivo y sobre todo, espectacular...... En fin, que es normal que se le quiera contratar continuamente porque quien va a verle sabe que su entrada está amortizada con el trabajo de este deportista. No en vano, los promotores le quieren incluir en todos los festivales posibles, puesto que es garantía de dos cosas muy difíciles de combinar sin que alguna de ellas falle: deporte y espectáculo, combinadas además con garra, energía, interés extremo en jugar lo mejor posible hasta límites que rayan una posible lesión, etc. Es normal también que sus seguidores sean incondicionales, por los mismos motivos expuestos anteriormente, y que entre ellos haya gente de todas las provincias y autonomías en las que se siguen las evoluciones de este deporte. Me consta que hay muchos admiradores suyos en el País Vasco por ejemplo (Navarra incluida).
Titín, a tenor de las declaraciones que hace en ocasiones, parece un hombre religioso y hace mención muchas veces a Dios como el que le ha permitido ser lo que es, pero a mi me da la impresión, como poco creyente que soy, aunque siempre respetuoso con las creencias de los demás, que ha sido él mismo quien se ha forjado su propio destino como deportista de la pelota mano. Y si no, bien claros ejemplos hay alrededor suyo, cuando alguno que otro que venía como futura promesa, con seguidores incondicionales tras él, apoyándole día tras día, a veces sin merecérselo, ha dejado pasar esa gran oportunidad y se ha sumergido en oscuros pasillos ajenos a este deporte, hasta quedar automarginado por su propia conducta. Esta gente cerró la mano al golpear a la pelota y sonó la chapa sólo por sus propios méritos.
Otros sin embargo, la mayoría, han seguido la misma trayectoria deportiva que el riojano, pero con numerosas lesiones que han generado altibajos en sus carreras. Las manos, las rodillas, contracturas y toda una retahíla de lesiones y contusiones han generado dientes de sierra en estas carreras entrecortadas. En esos períodos Titín estaba ahí, cuidándose con esmero fuera de la cancha y arriesgando dentro de ella, con algún que otro chichón en ciertos partidos, que no fueron a más, por suerte para todos. Ha querido la mala suerte (o la buena, según se mire) que en esos tiempos aparecieran nuevos pelotaris que le han ido acotando sus posibilidades de ganar el cuatro y medio, a pesar de que ha luchado contra todos ellos. La última final que jugó contra Nagore también fue injusta, porque Titín había ganado con autoridad todos sus partidos de liguilla, incluido contra Nagore, para acabar perdiendo contra éste en la final. Injusto es el destino que le iba cerrando la puerta de su campeonato preferido y el tiempo pasaba inexorablemente sin acabar de poseer la preciada txapela.
Pero el mismo tiempo, por fin, ha puesto a cada uno en su sitio. Esta vez le ha ocurrido a Barriola lo mismo que a Titín contra Nagore. Ganar todo en los previos y perder la final. Así es el destino, con la diferencia de que Barriola ya sabía lo que era ganar este campeonato, y Titín no. Por todo ello, decía al comienzo y en el título de esta entrada, que Titín sí se merecía ganar este campeonato y que la Pelota, con mayúscula, sí se lo debía, piense lo que piense él mismo, y diga lo que diga, porque todo lo que tiene de temperamental en la cancha, lo tiene de educado fuera de ella, algo que no pueden decir otros. Esa final además tuvo otras connotaciones. Me gustó mucho la actitud de Barriola, a quien Titín no pudo saludar cuando acabó el partido porque rompió emocionado a llorar tendido en el suelo. No es para menos. Cualquiera con su trayectoria hubiera hecho lo mismo. Eso sí que era contagioso, y no los culebrones mierdosos en los que todo es ficción para enganchar a la gente ociosa e influenciable. Lo de Titín no era comedia, era la auténtica e incontenible emoción generada por años y años de trabajo y dedicación a este deporte, algo difícil de entender para otros deportes. Decía antes que Barriola me gustó porque esperó a que todos felicitaran a Titín y después acudió sonriente de verdad, me pareció a mi, y no con esa medio sonrisa falsa de los que no acaban de encajar la derrota, a saludar al riojano. Además durante la entrega de la txapela también se le vio a gusto, algo que siempre es de agradecer y que denota auténtica deportividad. Los seguidores de Barriola ya se pueden sentir orgullosos de él, ya, porque demostró una deportividad absoluta y total. Y Titín también debería de estar contento por haber jugado esta final contra él porque no todos saben estar a la altura, deportiva y humana cuando se pierde un campeonato de esta categoría.
En cierta ocasión conocí a un personaje que se dedicaba a la escalada, del que decían que cuando otros le veían trepar, creaba escuela porque enseguida se ponían a practicar ese deporte después de verle a él. Con Titín se puede decir lo mismo porque pocos juegan con su estilo y características de peloteo. Ha creado el estilo Titín. Algunos, como Irujo, y esto sólo es una impresión mía, son una mezcla de varios estilos de juego, entre ellos el de Titín, pero no son él. Les falta algo que no sabría describir con precisión qué es, pero les falta algo. Tampoco se trata de ser exactamente como él, pero creo que es un buen ejemplo a seguir porque crea escuela, afición y genera todos esos buenos sentimientos de que tanto carecen muchos otros deportes, más afamados y mejor pagados, pero en muchos factores socialmente inadaptados. Decía al principio que nada tenía que ver esta entrada con los problemas de Bilbao, pero si de una cosa carece esta ciudad es de un frontón acorde con la categoría que le corresponde. Tenemos el santuario del fútbol y seremos capaces de quitarlo y ponerlo cuantas veces haga falta aquí o allá, gastando lo que sea necesario, pero hemos sido incapaces hasta ahora, de construir un lugar adecuado para jugar partidos de pelota mano profesional, y sobre todo para crear una escuela auténtica con las instalaciones adecuadas para ello. En Bilbao somos así. Espero que el nuevo frontón de Mirivilla se acabe antes de que Titín deje de jugar, porque no estaría mal inaugurarlo con uno de esos emocionantes partidos que se han puesto de moda estos años atrás, entre los hermanos Olaizoa contra Mikel Goñi y Titín. Sería un comienzo para recordar, ganara quien ganara, porque eso sería lo de menos.
Este aguerrido riojano ha ganado por fin el tan deseado campeonato del cuatro y medio después de años y años de lucha por conseguirlo. Han sido muchos meses de trabajo a lo largo de la última década, después de que dejó escapar el mismo título, con todo a su favor, ante Retegi II, otro genio de la pelota .........vasca, que no la del balompié, de la cual ya estamos hasta los “estos” de tanto oír hablar de ella, el 90% de las veces sin un mínima causa justificada si no es la de poner a parir a los que la practican profesionalmente por lo mal que lo hacen, motivo por el cual se me hace aún más incomprensible por qué los medios de comunicación les hacen tanto caso, si son tan inútiles. Es tal la adoración que les profesan que alguno no abrió página deportiva con la histórica victoria de Titín, sino con la de su equipo del alma en un partido sin mayor trascendencia, aunque eso sí, ganado por fin y para alegría de sus estoicos seguidores.
Bueno, dicho esto, que al final me voy por los Cerros de Úbeda en lugar de ir al grano, decía que Titín sí se merecía este campeonato a pesar de que él comentaba, apenas acabado el partido y con lágrimas en los ojos, que en todo caso era él quien le debía todo a la pelota mano. Yo creo que no es cierto. Y es bien sencillo de demostrar, porque Titín III es uno de los pelotaris, y si dijera el que más no me equivocaría ni un ápice, que mayor rendimiento le da a su presencia en la cancha. Apenas se ha lesionado en toda su carrera; ha jugado cientos de partidos, algunos de ellos dos días seguidos sin apenas bajar el rendimiento; pelea todas las pelotas, incluso cuando todos creen que ya no llega a ellas; practica un juego sencillo pero efectivo y sobre todo, espectacular...... En fin, que es normal que se le quiera contratar continuamente porque quien va a verle sabe que su entrada está amortizada con el trabajo de este deportista. No en vano, los promotores le quieren incluir en todos los festivales posibles, puesto que es garantía de dos cosas muy difíciles de combinar sin que alguna de ellas falle: deporte y espectáculo, combinadas además con garra, energía, interés extremo en jugar lo mejor posible hasta límites que rayan una posible lesión, etc. Es normal también que sus seguidores sean incondicionales, por los mismos motivos expuestos anteriormente, y que entre ellos haya gente de todas las provincias y autonomías en las que se siguen las evoluciones de este deporte. Me consta que hay muchos admiradores suyos en el País Vasco por ejemplo (Navarra incluida).
Titín, a tenor de las declaraciones que hace en ocasiones, parece un hombre religioso y hace mención muchas veces a Dios como el que le ha permitido ser lo que es, pero a mi me da la impresión, como poco creyente que soy, aunque siempre respetuoso con las creencias de los demás, que ha sido él mismo quien se ha forjado su propio destino como deportista de la pelota mano. Y si no, bien claros ejemplos hay alrededor suyo, cuando alguno que otro que venía como futura promesa, con seguidores incondicionales tras él, apoyándole día tras día, a veces sin merecérselo, ha dejado pasar esa gran oportunidad y se ha sumergido en oscuros pasillos ajenos a este deporte, hasta quedar automarginado por su propia conducta. Esta gente cerró la mano al golpear a la pelota y sonó la chapa sólo por sus propios méritos.
Otros sin embargo, la mayoría, han seguido la misma trayectoria deportiva que el riojano, pero con numerosas lesiones que han generado altibajos en sus carreras. Las manos, las rodillas, contracturas y toda una retahíla de lesiones y contusiones han generado dientes de sierra en estas carreras entrecortadas. En esos períodos Titín estaba ahí, cuidándose con esmero fuera de la cancha y arriesgando dentro de ella, con algún que otro chichón en ciertos partidos, que no fueron a más, por suerte para todos. Ha querido la mala suerte (o la buena, según se mire) que en esos tiempos aparecieran nuevos pelotaris que le han ido acotando sus posibilidades de ganar el cuatro y medio, a pesar de que ha luchado contra todos ellos. La última final que jugó contra Nagore también fue injusta, porque Titín había ganado con autoridad todos sus partidos de liguilla, incluido contra Nagore, para acabar perdiendo contra éste en la final. Injusto es el destino que le iba cerrando la puerta de su campeonato preferido y el tiempo pasaba inexorablemente sin acabar de poseer la preciada txapela.
Pero el mismo tiempo, por fin, ha puesto a cada uno en su sitio. Esta vez le ha ocurrido a Barriola lo mismo que a Titín contra Nagore. Ganar todo en los previos y perder la final. Así es el destino, con la diferencia de que Barriola ya sabía lo que era ganar este campeonato, y Titín no. Por todo ello, decía al comienzo y en el título de esta entrada, que Titín sí se merecía ganar este campeonato y que la Pelota, con mayúscula, sí se lo debía, piense lo que piense él mismo, y diga lo que diga, porque todo lo que tiene de temperamental en la cancha, lo tiene de educado fuera de ella, algo que no pueden decir otros. Esa final además tuvo otras connotaciones. Me gustó mucho la actitud de Barriola, a quien Titín no pudo saludar cuando acabó el partido porque rompió emocionado a llorar tendido en el suelo. No es para menos. Cualquiera con su trayectoria hubiera hecho lo mismo. Eso sí que era contagioso, y no los culebrones mierdosos en los que todo es ficción para enganchar a la gente ociosa e influenciable. Lo de Titín no era comedia, era la auténtica e incontenible emoción generada por años y años de trabajo y dedicación a este deporte, algo difícil de entender para otros deportes. Decía antes que Barriola me gustó porque esperó a que todos felicitaran a Titín y después acudió sonriente de verdad, me pareció a mi, y no con esa medio sonrisa falsa de los que no acaban de encajar la derrota, a saludar al riojano. Además durante la entrega de la txapela también se le vio a gusto, algo que siempre es de agradecer y que denota auténtica deportividad. Los seguidores de Barriola ya se pueden sentir orgullosos de él, ya, porque demostró una deportividad absoluta y total. Y Titín también debería de estar contento por haber jugado esta final contra él porque no todos saben estar a la altura, deportiva y humana cuando se pierde un campeonato de esta categoría.
En cierta ocasión conocí a un personaje que se dedicaba a la escalada, del que decían que cuando otros le veían trepar, creaba escuela porque enseguida se ponían a practicar ese deporte después de verle a él. Con Titín se puede decir lo mismo porque pocos juegan con su estilo y características de peloteo. Ha creado el estilo Titín. Algunos, como Irujo, y esto sólo es una impresión mía, son una mezcla de varios estilos de juego, entre ellos el de Titín, pero no son él. Les falta algo que no sabría describir con precisión qué es, pero les falta algo. Tampoco se trata de ser exactamente como él, pero creo que es un buen ejemplo a seguir porque crea escuela, afición y genera todos esos buenos sentimientos de que tanto carecen muchos otros deportes, más afamados y mejor pagados, pero en muchos factores socialmente inadaptados. Decía al principio que nada tenía que ver esta entrada con los problemas de Bilbao, pero si de una cosa carece esta ciudad es de un frontón acorde con la categoría que le corresponde. Tenemos el santuario del fútbol y seremos capaces de quitarlo y ponerlo cuantas veces haga falta aquí o allá, gastando lo que sea necesario, pero hemos sido incapaces hasta ahora, de construir un lugar adecuado para jugar partidos de pelota mano profesional, y sobre todo para crear una escuela auténtica con las instalaciones adecuadas para ello. En Bilbao somos así. Espero que el nuevo frontón de Mirivilla se acabe antes de que Titín deje de jugar, porque no estaría mal inaugurarlo con uno de esos emocionantes partidos que se han puesto de moda estos años atrás, entre los hermanos Olaizoa contra Mikel Goñi y Titín. Sería un comienzo para recordar, ganara quien ganara, porque eso sería lo de menos.